Talía,
no te rindas
no te hundas en las brumas
de la amarga indiferencia
sal ahí fuera
recoge tu orgullo
ten esta careta
y cubre con ella tu hastío
tu asco
tu mentira
tu impotencia
Musa vestida de harapos
rica en indolencia
sonrisas que son puñales
que se recubren de frío desdén
aplausos que son heridas
que no consiguen
herir tu piel
coraza de siete velos
gigante sin miedo
bestia sin oropel
eternidades perdidas
de algo que no supimos bien
qué llegó a ser...
El telón baja
y entre bambalinas
las lágrimas de rabia
dejan paso a lo que fue
la promesa de un estreno
y el regreso de un porqué
frágil como el hielo.
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