jueves, 27 de octubre de 2011

TE ESPERARÉ...

"Te esperaré como siempre, en el mismo banco del mismo parque bajo la misma lluvia, tardes lo que tardes, te esperaré..."

Ya no sé qué decirte, cómo consolarte, cómo hablarte para que tu miedo no te invada y te impida ser tú, ya no sé quién es esta persona que pone malas caras, que no me cuenta sus eternas historias, que no sonríe cuando entro por la puerta y le doy un beso, esta ya no eres tú, no sé adonde te fuistes pero ya no estás donde solías estar, te cambiaron, quizá tú te marchaste a un lugar mejor y esta que tengo delante es sólo una carcasa vacía, recuerdo triste de lo que fuiste...te pido por todo lo que más quieres que vuelvas, te necesito, no sabes cuánto, ya tengo miedo de contarte cualquier cosa por no hacerte daño, por no hacer más hondo tu vacío interior, por no ser la culpable de que tu mirada se haga más gris, te quiero (te queremos todos) a mi lado con tus manías, con tus sermones, con tus ganas de salir, de hacer cosas, de arreglar el mundo, no sé quién es esta persona que no reacciona... no entiendo bien qué te pasa, he intentado entenderlo pero se me escapa por qué no faltándote nada (o quizá eso es lo que yo veo) sientes que estás vacía por dentro, explícame qué te pasa por la cabeza, qué es lo que te inquieta, lo que impide que puedas volver a ser tú, que tu mirada esté perdida y como sin rumbo, quiero entenderlo para poder ayudarte a traerte de vuelta de allí donde estés, quiero que vuelva la persona que me llevaba de la mano para que no me perdiera, que me contaba historias, que se reía con mis chistes, no lo olvides, te esperaré, tardes lo que tardes, te esperaré, te quiero...

jueves, 28 de julio de 2011

El silencio, ese gran desconocido...

"Yo te amaré en silencio... como algo inaccesible, como un sueño que nunca lograré realizar, y el lejano perfume de mi amor imposible rozará tus cabellos y jamás lo sabrás..." (José Angel Buesa)



Un año más, saco mi olvidada maleta del armario, me despido de los que veré en unos días aunque me cuesta dejarlos atrás (tú bien lo sabes, mi amor), este ajetreado ritmo de vida hace necesario tomarse de vez en cuando unos días de pausa, hacer una escapada, buscar un remanso de paz donde recargar pilas, para recuperarse de toda la vorágine exterior (y sobre todo interior) para luego venir renovada, con ese brillo en los ojos y en el alma que sólo el silencio sabe dar... este año tocaba salir de casa y emigrar (aunque sólo fuera por unos días), esta vez no con la maleta de madera pero sí con el regusto amargo de ir a comprobar que una de mis mejores amigas estaba bien, en los tiempos que corren salir fuera es para cada vez más gente no una opción sino una necesidad imperiosa ante el agujero negro laboral que se abre cada vez más en nuestro país, para los que cogen el petate y salen fuera nunca es fácil alejarse de todo lo que conocen sin saber muy bien qué se encontrarán allá donde van, la ilusión a veces no acompaña, es más la desesperación y la necesidad de encontrar un mañana que no de miedo, hoy leía una entrevista a Pérez-Reverte donde decía que a los españoles les queda una "chispita" y que gracias a esa chispita ve esperanza en el futuro de nuestra gente, yo sólo veo que cada vez más gente sale fuera porque aquí en casa no encuentra nada y uno se cansa de "sobrevivir", de no querer mirar más allá del día a día por qué uno no sabe qué traerá, en la calle todos hablan de que "la cosa" está cada vez peor, los indignados salen a las calles, y más de uno se traga su indignación porque en el trabajo le dicen que fuera hace mucho frío y mejor dentro que fuera, corren tiempos extraños, difíciles y grises, pero pese a todo me queda la esperanza (como a Pérez-Reverte) de que no todo esté perdido, de que ese grito que se hace cada vez más grande haga posible lo que hasta hace poco parecía una utopía: que las cosas cambien, paso a paso, pero que cambien... que venza al silencio que hasta ahora ha imperado en nuestras vidas y que ese grito tome las calles...

miércoles, 26 de enero de 2011

Adiós al cuarto rojo


En estos días se cierra un ciclo, finalmente después de haber postergado por mucho tiempo lo inevitable un espacio que fue para muchos de nosotros un refugio en los años de la infancia y también mucho después pega el cerrojazo, puede parecer tonto cogerle cariño a una habitación y más tratándose de una pieza de la casa que muchos quizá dirían que era aburrida y hasta sosa, pero para los más pequeños aquella era la habitación con más magia de la casa, de vuestra casa, porque en ella guardabais vuestros más preciados tesoros: vuestros libros y vuestros albumes de fotos de todos esos viajes a lo largo y ancho del mundo.
No sé lo que dirán mis primos pero al menos yo en esas cuatro paredes he soñado como Bastian en la Historia Interminable con muchos mundos de fantasía, allí nació mi fascinación por la novela romántica (que si bien hoy se ve como un género minoritario, paradójicamente no es tal) que aún hoy perdura (vivir para ver, es la única lectura que me relaja cuando el estres de lo cotidiano me ataca), mi curiosidad por la narrativa de viajes (¿qué mejor guía de viajes que el propio relato de alguien que haya estado antes allí?aplicandome el cuento ahora cada vez que viajo tengo la extraña costumbre de llevar conmigo un cuaderno para escribir), mi predilección por la novela de aventuras (no me cansaré nunca de releer el Conde de Montecristo, por más libros que deje de leer por preferirlo), mi gusto por la fotografía, ¿qué más me queda por decir? que siempre me quedarán los recuerdos, la memoria de las fotos, el aroma a libro viejo de esas estanterías rojas que dieron nombre al cuarto (porque sus paredes nunca dejaron de ser blancas), el encanto y el misterio de tantas páginas que le llamaban a uno si se sabía escuchar atentamente...
Echaré de menos los fines de semana sentada en el suelo del cuarto rojo escogiendo un par de libros para leerlos después en casa de la abuela y a vosotras porque fuisteis las culpables en gran medida de que hoy día ese universo mágico de los libros forme parte de mi vida, gracias por todo, niñas, allí donde estéis, cuidaos mucho y no olvideis que nos vemos en ese nuevo cuarto rojo.