Entró un día más por curiosidad que por otra cosa y desde entonces su vida no volvió a ser la misma, cada día fuera donde fuera sus pasos siempre terminaban conduciendole hasta su puerta, día a día se iba convirtiendo en una obsesión, el librero le saludaba con un gesto de la cabeza, los dependientes le dejaban sentarse en un rincón a leer al ver la mirada febril con que recorría las estanterías repletas de libros, lo curioso es que rara vez se llevaba algún libro...
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