Queridas sores, hoy vengo a hablaros de un libro que quizá a algunas os extrañará que os comente, pero como pienso que tiene que haber un poco de todo en la biblioteca de esta nuestra sede internauta allá voy, el libro de esta semana es la esperada conclusión de la serie del señor Potter (Harry Potter y las reliquias de la muerte), ese personaje entrañable que tanta controversia ha levantado, odiado por unos y adorado por otros, sin ánimo de crear más polémica, nada más lejos de mi intención, yo confieso que soy fan de Harry, aunque sólo sea por los miles de lectores niños y no tan niños que el fenómeno Potter ha arrastrado, por todos esos nuevos lectores que se han acercado al libro para conocer al señor Potter (quizá alguno no vuelva a leer nada más en su vida, pero con solo uno de ellos que se haya aficionado a la lectura, ya habrá valido la pena), y ¿por qué no? por todo ese increíble mundo de fantasía a través del cual uno se encuentra no sólo con las aventuras de Harry sino también con un trasfondo en el que conceptos hoy día tan poco valorados como la amistad, el ser diferente, el amor, la lealtad, la confianza, la fe en uno mismo y en los demás adquieren significado por si mismos, esta reflexión la hago para aquellos que se quejan de que en los últimos libros la autora convierte un libro juvenil en un relato de terror, a esto sólo puedo objetar que la vida es así, a veces ganan los buenos y otras veces no, la vida, como todo, tiene sus luces y sus sombras, también eso forma parte de su belleza, bueno, no me alargo más, espero que si alguien no lo ha leído aún se anime, y no os dejeis engañar, las historias del señor Potter no son sólo para niños, si yo os contara la de abuelos que se han aficionado a la serie por culpa de sus nietos y viceversa...
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