La primavera ha llegado a nuestras vidas como agua de mayo, la hemos recibido con los brazos abiertos para que se quede aquí con nosotros.
Echo de menos los almendros en flor de Torino, el calor que emanaba de ellos cada mañana cuando me daba un paseo para ir a clase a Palazzo Nuovo, pasear por aquella avenida enorme era como volver a Sevilla en primavera, como cantaba el Soto "y cuando vuelva a Sevilla en primavera, volveré a mis veinte años recorriendo sus callejas, y volveré al olor de los naranjos, a vivir un jueves santo y una mañana de Feria... y renacerá en mi alma la alegría cuando vuelva", cuando me entraba nostalgia lo cantaba por lo bajini (luego supe que mis compañeros españoles de piso me llamaban la folclórica, uno de ellos cuando volvió a casa después de los turrones hasta me trajo de regalo de Reyes un cd de Antonio Molina, dos lagrimones como dos perlas se me cayeron, a su modo y fuera cachondeo era todo un detallazo, y la canción de Juanito Valderrama El emigrante que también venía en el cd me dejó fuera de combate), que levante la mano el que no se haya emocionado con ese "cuando salí de mi tierra volví la cara llorando porque lo que más quería atrás se iba quedando...", pese a todo eso sigo saliendo de casa porque es cuando uno viaja cuando aprende a querer a su tierra, mirándola de lejos con esa mirada empañada por la nostalgia, y luego cuando uno regresa se la quiere mucho más si cabe y se la valora en lo que vale a pesar de todo...