Hay veces en la vida en las que hay que alejarse de todo y de todos para encontrar respuestas, quizá no todos los que te rodean entiendan por qué en momentos determinados no estás para nada -por más que exteriormente uno siga siendo el mismo (¿se puede marchitar una sonrisa?)- cuando parece que todo empiece a ir bien, quizá sólo sea la calma que precede a la tempestad...
Es casi imposible encontrar las palabras adecuadas para explicar ese estado de ánimo de quien en los últimos tiempos siempre ha tenido que aparentar fortaleza (cuando nunca la ha tenido), alegría (cuando se le apagaba a cada paso que daba), seguridad (cuando nunca ha sabido qué encierra esa palabra),....
Cuando el frío se instala en tu interior, no hay calor que lo borre, y aun cuando se vaya siempre te quedará el recuerdo de él para sentirte indefenso, ¿por qué es tan difícil que un alma entre en calor? A nadie le gusta sentirse herido ni abandonado, ni decepcionado, pero ¿cómo explicar lo inexplicable? ¿cómo decirle a alguien que ya no te necesita, que al quedarte a su lado sólo te haces daño a ti y a ella? ¿cómo hacerle ver que vuestros caminos empezaron ya a separarse hace tiempo? A veces ocurre que por no querer hacer más daño uno elige la salida más dolorosa: cortar de raíz lo que tan alto había llegado, pensando, quizá ingenuamente, que el tiempo lo cura todo, cuando uno se queda vacío de tanto dar ¿qué más puede ofrecer, su nada? ¿y qué le quedará para volver en sí? estas palabras son más para ti que para mi, para que sepas que, aunque ya no haya vuelta atrás, nunca me arrepentiré de haber tirado por otro camino, puede que ahora no lo entiendas, pero lo necesitaba como respirar y aunque no lo veas, tú también, te vendrá bien por una sola vez centrarte en ti y solo en ti, te deseo todo lo mejor (aunque quizás lo dudes) hoy, mañana y siempre...